La Bendición de los Problemas
- LEON DAVID ZP
- 4 nov
- 5 Min. de lectura
Escena el Matrimonio de un amigo: El Patrimonio de la relación.
Hace unas semanas estuve en el matrimonio de un gran amigo. Somos de esas personas que poco hablamos, pero que estamos ahí; alguien que sin dudar te contesta el teléfono porque sabe que esa llamada es importante. Mis amistades, como yo, somos un poco distantes, no tenemos contacto permanente, pero cuando conversamos o nos vemos, estamos de verdad, presentes con todos nuestros sentidos.
Cada conversación se convierte en una terapia de risas y crecimiento; nos permitimos el espacio de actualizar nuestro software y la relación de amistad con momentos en los que nos escuchamos y podemos ver en realidad cómo estamos.
Cuando nos vemos, no es un simple "estoy bien" y ya; es una verdadera conversación que nos transforma.
Recibí la invitación a su matrimonio, un mensaje simple y contundente por WhatsApp y dije: "Por supuesto que asisto".
Y ahí estaba, sentado en la iglesia, tratando de estar muy presente en las palabras del sacerdote y de la pareja. Como es de esperarse, se habló del amor, la paciencia y todos los atributos de una relación saludable.
Para mi sorpresa, tanto el sacerdote como los novios hablaron de algo profundamente humano y vulnerable “los problemas y la importancia de ellos” en el matrimonio.
Primero lo escuché del sacerdote, y mi mente se abrió un poco más, pensé “interesante esa posición”. Luego citó un pasaje de la Biblia que hablaba de la bendición de las pruebas, y quedé con la curiosidad de profundizar en ello.
Pero lo que realmente me impactó fue la sencillez y humildad con la que hablaron los novios, reconociendo el amor en pareja como una obra en construcción, mostrándose humanos y rendidos ante Dios, dije "¡Ése es mi amigo carajo!"
La palabra central fue “la bendición de los problemas”. En mis palabras, sería resignificar la historia y los conflictos, y de eso quiero hoy escribir.
Yo estaba allí con mi esposa, pensando en los días previos al matrimonio en los que tuvimos una serie de discusiones interminables, intentos por hacernos entender, y a veces, “poner el dedo en la llaga del otro”. Quise unir los puntos de la enseñanza del matrimonio con nuestra propia historia.
El Balance del Amor: De Gastos a Patrimonio
En mi experiencia personal y empresarial, he aprendido a ser más eficiente, ir a lo seguro si se puede; me gusta la eficiencia, los mejores métodos, las rutas más claras. Esto lo pongo en práctica con mis clientes y conmigo mismo; en lo financiero aprendí a ver el balance y no tanto los gastos e ingresos. Si el activo es siempre superior al pasivo, algo estás haciendo bien.
Si me enfocara solo en los gastos, generaría estrés, si solo me enfoco en los ingresos, genero ansiedad, si solo me enfoco en las deudas, genero miedo.
El balance es mi zona de aprendizaje y calma, porque me ayuda a entender que el ejercicio de los últimos años ha dado frutos y que los resultados, aunque sean “imperfectos”, son buenos.
Pensé en las palabras de los novios y quise unir los puntos: Si los problemas en la pareja son bendiciones, las soluciones encontradas a cada uno de ellos, son activos de la relación.
¿Por qué? Porque si miro únicamente los conflictos de quince años de relación, me cargo y genero “deuda emocional”, alimento el miedo, la culpa, el enojo y muchas cosas más. Al discutir desde esa deuda, ella sentirá el peso de lo no resuelto, y no habrá verdadera intención de sanar o resignificar.

Mi propuesta fue esta:
“Así como vemos el balance, veamos la relación, no se trata de cuántos problemas hemos tenido, sino de cuántos hemos resuelto, si ha habido mil problemas y estamos aquí, es porque ha habido mil y una soluciones”.
Si miramos el siguiente conflicto como una oportunidad de sanar, estaremos en la posición correcta, la de reparar y aprender. Si lo vemos como una carga, inevitablemente llega el pensamiento de separación, el desgaste y la sensación de “más de lo mismo”.
La Economía Emocional y la Herramienta de la Pausa:
La separación empieza cuando sentimos una deuda, cuando creemos que el otro nos debe algo, que dimos más de lo que recibimos; el amor se estanca cuando solo revisamos el libro diario (ingresos y gastos) y olvidamos mirar el patrimonio emocional acumulado.
La invitación es mirar lo que ya construimos juntos, el activo invisible que hemos forjado a través de cada prueba, y, si el problema es nuevo, innova; si es el mismo, ya conoces las mil soluciones que funcionaron antes.
Repara rápido. Deja el orgullo. Calma el miedo de perder el control, o de no tener la razón. Solo aprende, transita la emoción que está en ti en ese momento, sin juicio, sin peso, sin historia.
La Pausa: “Alquimia del Alma”
Cuando la emoción sube, la cabeza hierve, el pecho duele, la garganta se cierra o el estómago se encoge, simplemente pausa, respira, no respondas. Lo que salga de ahí, en ese instante, será desproporcionado a la causa.
En mi relación de pareja hemos resuelto miles de cosas; hoy somos mejores, más sabios, más conscientes que hace quince años; tenemos mejores herramientas, cicatrices y aprendizajes que son parte del patrimonio de nuestra historia. Eso es un activo. Eso es amor. Y tratamos en lo posible de mirar lo construido como activo y no la historia como pasivo emocional que pesa.
La pausa transmuta la energía de la emoción en una acción con propósito. La reacción inmediata, por su parte, toma todas las armas disponibles para ganar la batalla y destruir el activo construido.
Siempre después de una discusión habrá que reconocer la participación de cada uno y reparar el vínculo. En una discusión acalorada guiada por las emociones del momento, se inclina la balanza y resulta haber más daños colaterales que soluciones armoniosas; la discusión se acaba por desgaste físico o emocional, pero no se aprende.
La invitación de hoy es ver los problemas como bendiciones que contribuyen al patrimonio de tu relación, edificando desde cada situación que se presente.
Quiero dejarte una herramienta simple:
Hoy habla con tu pareja, mírala fijamente a los ojos y dile: “te amo y me siento amado por ti, gracias.” No le digas lo evidente, no repitas solo un “te amo”; dile que reconoces su forma de amar, aunque sea distinta a la tuya.
¿Y qué pasó con el matrimonio? Se acabó temprano, mi esposa y yo fuimos a cenar y tomar un cóctel, a celebrar como si fuéramos nosotros los que nos casamos, aprovechamos la ocasión para aprender y sanar el vínculo.
Comparte con esa persona que le pueda resonar lo que aquí se ha escrito.
Te invito a seguir explorando estas herramientas con mi libro Nuestra Relación, adquiérelo aquí.
LEÓN.




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