Los acuerdos esenciales contigo mismo: luz, sombra y la siguiente decisión
- LEON DAVID ZP
- 3 oct
- 5 Min. de lectura
Escena: una llegada tarde al colegio.
Hace unos días salimos tarde nuevamente de la casa, y en consecuencia llegaríamos tarde al colegio de las niñas, sumado a eso, en la carretera estaba cayendo un fuerte aguacero entonces "debía ir despacio"
El manejo del tiempo para mí es importante, considero que la puntualidad es un valor esencial, me hace sentir bien llegar a tiempo. Para mi esposa no tiene la misma importancia, o quizá sí, pero le cuesta administrar su propio tiempo.
Nos han dicho muchas veces que, los polos opuestos se atraen, y normalizamos esa creencia desde el punto de vista de “bueno y malo” Luz y oscuridad” en este caso, puntualidad e impuntualidad, podría ser también, “orden y desorden, aventura y comodidad, deseo sexual alto y lívido bajo”, y, así infinidad de cosas que vivimos las parejas.
Y tiene algo de cierto, pero, no olvides dejar de mirar la paja en el ojo ajeno y concentrarte en el tronco que hay en tu propio ojo.
Continuando con la escena, mi mente culpa a mi esposa de la llegada tarde, juzga con razones suficientes, mi emoción es de enojo, mi sentimiento es de frustración y rabia, mi cuerpo me dice, “adrenalina, miedo, estado de alerta”. Porque voy por una vía rápida de dos carriles, el promedio de velocidad ahí es de 100 kilómetros por hora, y con lluvia no puedes mantener esa velocidad, pero algunos vehículos sí lo hacen, ¡ve despacio!, primera bandera, y lo hago, ya no puedo controlar la hora de llegada, ya fue lo que fue.
Para entrar al colegio existe una pequeña vía en medio de la carretera, Al llegar tarde hay fila de carros esperando turno, lo que significa estar estacionados en la berma, ocupando parte del carril derecho, situación de alto riesgo por la velocidad de los vehículos en la vía y la lluvia que está disminuyendo la visibilidad, decido poner estacionarias y hago la fila.
¿Qué dice mi cuerpo? Estás en peligro, sal de ahí, no es seguro.
¿Mi mente?, por culpa de mi esposa estamos aquí
¿El sentimiento? Frustración, otra vez en estas, volvemos a llegar tarde.
¿Y la emoción? Miedo y enojo.
¿A quién escuchas?, y, sobre todo, ¿Cuál será la siguiente decisión?
Si pasara algo grave, que gracias a Dios no pasó, ¿Quién es el responsable?
La siguiente acción adecuada: Puede ser esperar o avanzar, y el momento en que tomas la decisión es importante, también la forma de tomarla, si es desde la clama o desde cualquiera de esas voces que estás escuchando en tu mente y cuerpos.
Continuo el relato de la escena: Para entrar nuevamente a la ciudad hay una vía alterna, un desvío de más de tres kilómetros, ya vas tarde, puedes llegar aun más tarde tomando la otra vía, debes decidir si estacionarte ahí donde percibes el riesgo, o escuchas a tu cuerpo y avanzas a la siguiente entrada
¿Qué hacer? Es tu decisión LEÓN.
¿Que hice? espere un poco mas y avanzamos en la fila, pero no me sentí seguro, habría podido optar por la siguiente entrada y llegar más tarde.
Lo importante no es la decisión que tomé, sino la motivación de esa decisión. Ése dialogo interno y a quien escuchar, porque al juzgar el acto de llegar tarde, evito ver mi propia esencia y hacerme cargo de lo que sigue.
Sí, llegamos tarde por ella. Pero mi enojo, mi miedo y mi diálogo interno de víctima son míos. Y ahí está la clave: dejar de esperar que el otro se haga cargo para yo poder desactivar mi programa.
"El maestro aparece incluso desde el enojo, hazte cargo, la siguiente acción adecuada siempre será tuya".
Me di cuenta de la trampa: suelo quedarme esperando un acto de responsabilidad de ella, una disculpa o una acción que "pruebe" su compromiso" para desactivar mi propio programa. Es decir, justifico mi inacción o mi enojo porque ella aún no se ha hecho cargo de lo suyo. Al juzgarla o al esperar su movimiento, automáticamente dejo de hacerme cargo de mí. Ella es mi maestra al mostrarme que mi paz no puede ser rehén de la conducta de otros.
La siguiente acción adecuada nace de la calma y la presencia.
Quien te enfada te controla.

La impuntualidad que me molesta es mi maestra, porque me muestra que aún cargo con un diálogo interno de víctima. Me recuerda que lo que ocurre afuera no justifica lo que construyo adentro.
Tus creencias y programas, son tuyos y puedes reescribirlos, resignificarlos, reprogramarlos “sanarlos”.
Mi cuerpo me dijo: miedo.
Mi emoción me dijo: enojo.
Mi mente me dijo: es por ella.
Pero mi decisión puede ser otra, Integrarlo todo, resignificar el momento y tomar una decisión desde un lugar más consciente y en calma, sin importar los agentes externos o las circunstancias.
Los Cuatro Acuerdos Esenciales Contigo Mismo:
Para desactivar el programa automático, recomiendo establecer cuatro acuerdos esenciales e inquebrantables contigo mismo en el momento de la tensión:
Con el Cuerpo: Escuchar la señal. Detente y honra la alerta de peligro (miedo, adrenalina) que te da tu cuerpo. Tu seguridad no es negociable.
Con la Emoción: Aceptar la energía. Reconoce la emoción (rabia, frustración) que surge, permite que esté, pero no permitas que te arrastre. Usa su energía como combustible para la acción, no para la reacción.
Con el Pensamiento: Disolver el juicio. Reconoce el diálogo interno de culpa y condena ("esto es culpa de ella", "siempre es igual") sin convertirlo en tu verdad absoluta. El juicio es solo ruido.
Con el Yo Consciente: Asumir la elección. Hazte cargo y acepta que la siguiente acción es enteramente tuya. Deja de esperar que el mundo cambie para tú poder estar en paz.
Luz y sombra, dos caras de la misma moneda:
Lo que hago con la energía que se despierta en mí es mi creación, hoy decido hacerme cargo, frenar cuando debo frenar, avanzar cuando es seguro, y renunciar al deseo de “demostrar que tengo razón” Integro lo aprendido para descubrir que,
“Cada emoción trae un potencial de transformación”.
💭 Para reflexionar:
¿Alguna vez justificaste tu acción u omisión porque “el otro te hizo actuar de determinada manera”?
¿Qué haces con el enojo cuando aparece, lo entregas al otro o lo asumes como tuyo?
¿A quién le das el timón de tu vida, a la emoción, al pensamiento, al cuerpo, o a tu decisión consciente?
¿Qué pasaría si la próxima vez eliges no exponerte, no justificarte, sino simplemente tomar la siguiente salida?
Recuerda: Pausa hasta que la siguiente acción se haga evidente, en otras palabras, hazte cargo y vuelve a la calma.
Si quieres profundizar sobre esto, escríbeme. LÉON.




Interesante reflexión, lo importante es recordarlo cuando estamos en mitad de la crisis, pero se puede.