Un almuerzo Familiar
- LEON DAVID ZP
- 27 ago
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 29 ago
Escena: Una conversación con mis hermanos en medio de un almuerzo familiar.
Era una tarde de domingo, un almuerzo familiar en la casa de mi hermana. No recuerdo el motivo exacto, quizás un cumpleaños, pero sí la conversación que surgió de la nada, una de esas en las que la vida te pone en frente lo que tenías pendiente.
Mis hermanos me miraron, y con la sinceridad que solo la familia tiene, me confrontaron:
“León, te has ausentado… Has faltado a reuniones, a cumpleaños, a encuentros importantes. ¿Por qué no estás?”
Sus palabras me dolieron. No porque fueran injustas, sino porque eran la pura verdad. En los últimos años, me había alejado, me había perdido de momentos que eran importantes para ellos.
Hice una pausa, respiré hondo y, con el corazón en la mano, les respondí: “Es cierto, me he ausentado. Necesité esa distancia para sanar, para encontrar un lugar seguro dentro de mí. Me alejé del dolor que cargaba, de las heridas que me limitaban. Pero no me alejé de ustedes como personas, ni me alejé del amor que les tengo.”
Un silencio denso se instaló en la mesa, pero no era un silencio hostil. Pude ver en sus ojos una mezcla de reclamo y nostalgia. Continué:
“Quizás no he estado en todas las fiestas ni he respondido cada llamada. Es verdad que a veces me pierdo en mi mundo y no escribo con frecuencia. Pero cuando estoy, estoy de verdad. No traigo máscaras ni evasiones; vengo como soy, con el corazón abierto.”
Uno de ellos bajó la mirada y dijo con una voz suave que me partió el alma: “Igual duele, hermano, sentimos tu ausencia.”
Asentí, sin defenderme:
“Lo sé. Mi ausencia pudo despertar en ustedes viejas heridas, como las del abandono o el rechazo, heridas que yo también he vivido. No era mi intención hacerlos sentir así. Solo busqué no repetir lo que me hacía daño.”
Hice una nueva pausa y los miré a cada uno.
“Pero ahora quiero algo distinto. No quiero culpas, ni reproches. Quiero que compartamos lo esencial: el amor sincero, la compasión y la vida misma, desde la libertad de ser quienes somos.”
Nos quedamos en silencio, sin necesidad de un acuerdo explícito. Hubo, en cambio, una mirada diferente entre nosotros. Fue como si en ese instante hubiéramos comprendido que la familia no siempre camina junta, pero que el lazo sigue intacto, invisible y real.

Hoy sé que me he ausentado, sí, pero también sé que he estado presente de otra forma y que, los amo y los honro como parte de mi historia y de mi vida actual.
Quizás era necesario que me alejara, quizás no, pero así fue como encontré el camino de regreso a mí.
Esa escena me mostró que, cuando iniciamos un proceso de transformación, el sistema al que pertenecemos se sacude, porque nuestro propio cambio inevitablemente genera movimientos en el grupo, y, no es fácil para los demás, así como no lo será tampoco para el que empieza a cuestionarse el programa.
Al final, lo que queda es la responsabilidad de manejar el cambio desde el amor y la compasión.
"If you think you are enlightened, go spend a week with your family.
"Si crees que estás iluminado, ve a pasar una semana con tu familia".
Ram Dass
¿Y por qué volver? en mi caso para entender si verdaderamente puedo ver a mis padres y a mis hermanos siendo ellos, y no despertar viejas heridas, porque ahí, en ese primer grupo en el que la vida trancurrió en el pasado, y sigue en el presente, está la clave de todo lo que vine a trabajar como SER - Humano.
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